Ojalá
siempre en todos los acontecimientos dolorosos de nuestra vida
pudiéramos encontrarnos con la mirada de Cristo y escuchar su palabra
llena de misericordia y autoridad. Ojalá descubriéramos que todas
nuestras dificultades ante el Señor se vuelven pequeñas. Ojalá
comprendiéramos que el siempre está compartiendo nuestro sufrimiento y
que no es ajeno a ninguno de los males que aquejan a nuestro corazón.
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