"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 11, 47-54
Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: "¡Ay de ustedes,
que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos
padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de
sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por
eso la Sabiduría de Dios ha dicho: "Yo les enviaré profetas y apóstoles:
matarán y perseguirán a muchos de ellos". Así se pedirá cuenta a esta
generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada
desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de
Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les
aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de
ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la
ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo
impiden". Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos
comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y
tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
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