Jesucristo,
Señor mío, como hijo de la luz, me invitas a poner todos los dones que
me has dado para que los administre bien y así, mostrarles tu corazón, a
los que no te conocen bien o se han apartado de Ti, y demostrar con
obras que el amor es posible en tu Iglesia. ¡Que los grandes
inteligentes y soberbios del mundo, que tanto mal hacen, no me ganen en
astucia para conseguir el bien de mi prójimo. Dame el espíritu de
sabiduría; sé, que con tu gracia, tendré la fuerza y la luz para saber
aprovechar el tiempo que me has regalado para alcanzar la santidad.
Tenme paciencia, te entrego mi corazón para que hagas de él, tu morada.
Amén
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