"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Jn 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró
en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los
cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los
echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó
las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores
de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una
casa de comercio". Y sus discípulos recordaron las palabras de la
Escritura: "El celo por tu casa me consumirá". Entonces los judíos le
preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?". Jesús les respondió:
"Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". Los judíos
le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir
este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero él se refería
al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos
recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la
palabra que había pronunciado.
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