Te doy gracias, Padre mío,
porque has sido la sombra
fresca que me ha cobijado
durante todo este día.
Te doy gracias porque,
invisible, cariñoso, envolvente,
me has cuidado a lo largo de
estas horas.
Vela sobre mí, Padre querido,
mientras me entrego
confiado al sueño, como un
niño que duerme
feliz entre tus brazos.
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