SANTA MARGARITA DE ESCOCIA (1044-1093) nació en el castillo de Reska, cerca de Nádasd, en Hungría.
Como
los daneses al mando del rey Canuto habían ocupado Inglaterra, el rey
inglés Edmundo Ironside envió a su hijo, conocido por ello como Eduardo
Outremere, o Eduardo el Exilado, a Hungría, donde contrajo matrimonio
con Agatha, hermana del rey húngaro.
De esta unión nació Santa
Margarita. Cuando su tío Eduardo el Confesor recuperó el trono, a partir
de 1057 ella se educó en la corte inglesa.
A la muerte del
monarca, empero, el conde normando Guillermo el Conquistador reclamó
para sí el trono, que Edgar Athaling, el hermano de Santa Margarita, no
pudo retener.
Después de la batalla de Hastings, en 1068, Santa
Margarita huyó a Escocia, donde se casó con Malcolm III, rey escocés,
uno de los hijos de aquel rey asesinado por MacBeth, que por sus crueles
venganzas obtuvo el sobrenombre de El Sanguinario.
Como reina,
Santa Margarita de Escocia destacó por su entrega a la causa de la
religión y a la piedad por los más pobres. Los cultos druidas de los
celtas disminuyeron notablemente gracias a su labor devota.
Fundó
varias iglesias, la más importante de las cuales es la Abadía de
Dunfermline. Su amorosa influencia calmó sin duda el iracundo carácter
de su esposo, con el cual procreó seis varones y dos mujeres.
Santa
Margarita se preocupó especialmente por que los huérfanos y los
menesterosos recibieran alimento y amparo, y en ningún momento cejó su
fidelidad a la Iglesia.
Al enterarse de la muerte de Malcolm y de
su primogénito, Eduardo, en la batalla de Alnwick, en 1093, Santa
Margarita desfalleció, y murió desolada en Edimburgo unos días más
tarde. El pueblo la lloró sobremanera, pues fue una reina muy querida.
Santa Margarita de Escocia fue canonizada en 1250 por el papa Inocencio IV. Es la santa patrona de Escocia.
SANTA MARGARITA DE ESCOCIA nos enseña la importancia de ejercer la piedad cristiana desde la cima de la sociedad.
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