Ya no sé caminar si tu mirada
No acompaña mi andar con tu sonrisa;
Acabada su angustia y ya sumisa,
Te encomiendo mi alma rescatada.
Santa señora, estrella y alborada;
María, paradigma, y tibia brisa
Que grabas en mi alma tu divisa,
Tu consuelo, tu encanto y tu balada.
Alivio y dulce paz al pensamiento
Tu blanda gentileza nos ofrece
Y luz y amor al que sin ti perece.
Si tú me favoreces con tu aliento
Crecerá con ternura y dulce calma
La fe de Cristo que me abrasa el alma
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