Esta fiesta responde a
una larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que
han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de
purificación en el Purgatorio.
Según la doctrina católica, el que muere en gracia de Dios –es decir, sin pecado– pero no está todavía libre de las penas que merecieron sus culpas, no puede ir direct-mente al cielo, sino que va a un lugar de purificación que se llama Purgatorio.
Los cristianos, de acuerdo con dicha doctrina, ayudan a los difuntos a reducir sus penas, mediante la oración, los actos de caridad, las obras de misericordia y sobre todo la Santa Misa, con el propósito de aumentar la esperanza en la resurrección que, ocurrirá al fin de los tiempos.
Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.
Según la doctrina católica, el que muere en gracia de Dios –es decir, sin pecado– pero no está todavía libre de las penas que merecieron sus culpas, no puede ir direct-mente al cielo, sino que va a un lugar de purificación que se llama Purgatorio.
Los cristianos, de acuerdo con dicha doctrina, ayudan a los difuntos a reducir sus penas, mediante la oración, los actos de caridad, las obras de misericordia y sobre todo la Santa Misa, con el propósito de aumentar la esperanza en la resurrección que, ocurrirá al fin de los tiempos.
Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.
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