Señor, Tú necesitas de
colaboradores para la gran obra de tu redención. Necesitas de apóstoles
convencidos y entusiasmados, que enseñen a otros. Señor, Tú me llamas a esta
misión. Y creo que si Tú me lo pides, Tú me darás las fuerzas para responder:
“Aquí estoy”. Cura, Señor, mis debilidades y mis flaquezas, para que pueda ser
un instrumento que dé salud a los demás. Señor, que yo no pierda la esperanza
de luchar, aunque el mundo sea cada vez más agresivo. Que nunca me olvide de
que Tú, el Salvador de este mundo, estás conmigo. ¡Gracias, Señor, por tu
compañía! En tus manos, pongo este nuevo día.
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