SAN JUAN (¿?-98/101) nació en Betsaida, el actual El Aradsch, cerca de Mahjar, en Siria.
San
Juan fue hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de otro de los
Apóstoles, Jacobo el Mayor; ambos eran pescadores. Por su temperamento
enérgico, Jesús los llamaba “hijos del trueno”.
Primeramente San
Juan fue discípulo de San Juan Bautista, y luego siguió a Jesús,
convirtiéndose en su “apóstol querido”. San Juan era el más joven de los
discípulos de Jesús, y asimismo fue el más longevo.
Tal vez se
recuerda más a San Juan porque fue el apóstol que descansó su cabeza en
el hombro del Maestro en la Última Cena. También fue el único de ellos
que estuvo al pie de la Cruz, y fue quien después se hizo cargo de la
Virgen María.
Por tradición existe el acuerdo de identificar a San Juan el Apóstol con San Juan el Evangelista, y a éste con el autor del Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento y el único de carácter profético.
De
tratarse de la misma persona, tras la muerte de Jesús a San Juan
predicó desde antes del año 57 en Asia Menor, y se estableció
concretamente en Éfeso, actualmente ciudad en ruinas en Selçuk, Turquía.
El
apostolado de San Juan al frente de la Iglesia de Éfeso tuvo notable
éxito en la difusión del primitivo cristianismo, y duró largos años.
Sin
embargo, con las persecuciones contra cristianos ordenadas por el
emperador Domiciano San Juan se vio en problemas al negarse a rendir a
rendir culto en el templo de Diana-Artemisa.
El sacerdote mayor
le ordenó entonces beber un veneno de la misma copa de la que frente a
sus ojos habían bebido dos malhechores, cayendo muertos en el acto.
Se
cuenta que San Juan hizo la señal de la Cruz sobre la copa, y a
continuación el veneno se transformó en una serpiente que se deslizó
fuera del recipiente; San Juan bebió sin que le ocurriera nada, y además
echó su túnica sobre los dos infelices, quienes instantáneamente
recuperaron la vida.
Hacia el año 95 San Juan fue llevado
prisionero a Roma, donde en la Porta Latina fue condenado al suplicio de
recibir un baño de aceite hirviendo, pero San Juan lo recibió como si
de agua fresca se tratara.
Entonces lo condenaron al exilio en la
isla de Patmos, a unos 70 kilómetros de Éfeso. Fue en ese lugar donde
se cree que tuvo las revelaciones del Apocalipsis y donde escribió ese libro.
Con
el emperador Nerva (96-98), más tolerante hacia los cristianos, San
Juan pudo regresar a Éfeso, donde habría redactado su Evangelio, tal vez
el más espiritual y conceptual de todos.
San Juan falleció de
avanzada edad en Éfeso. Por las alturas que alcanza su teología, a San
Juan se le atribuye como símbolo un águila.
SAN JUAN nos enseña los fundamentos originales de la doctrina de Jesús.
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