En este día se conmemora la manifestación –Epifanía– de Jesús al
mundo pagano, representado en los tres Reyes Magos de Oriente.
Es la última de las "fiestas navideñas".
Se
recuerda en ella preferentemente la revelación de Dios hecho hombre a
las naciones paganas, cuya primera manifestación ante la cuna del recién
nacido Jesús fueron los Santos Magos, que la tradición señala con los
nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Estos fueron conducidos por una
misteriosa estrella, símbolo de la fe, y llegaron cargados con ricos
presentes especialmente oro, incienso y mirra. En recuerdo de estos
presentes, hoy en el mundo cristiano se obsequia a los niños con regalos
cuyo traslado se atribuye a los mismos Reyes Magos.
Los Padres de
la Iglesia reconocían en la adoración del Niño por los Reyes Magos, la
aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos
paganos. Los magos no eran parte del pueblo de Israel, pero supieron
utilizar sus conocimientos (astronomía) para descubrir al Salvador. Se
cumplió primero en ellos la profecía de que por medio de Israel, Dios se
manifestaría a todos los hombres. Jesús vino para salvar a todos, no
solo los judíos.
Los magos buscaban a Dios en las estrellas, pero
estas les guiaron para encontrarlo en la tierra, en la humildad, junto
con María, Su Madre.
Dios llama a todos los pueblos, de todas las
razas, culturas y religiones. Pero la llamada requiere respuesta. Hay
que salir de donde estamos e ir al Señor hasta encontrarlo en los brazos
de María.
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