El Papa Pablo VI, el día 21 de noviembre de
1964, al clausurar la tercera etapa del Concilio Vaticano II, secundando
los deseos que le habían presentado muchos de los Padres conciliares,
dio a María el título honorífico de Madre de la Iglesia. De esta forma
subrayó la doctrina conciliar del capítulo VIII de la Constitución Lumen
gentium que acababa de ser promulgada y que reflexiona sobre las
estrechas relaciones que median entre María y la Iglesia.
"Quien medite sobre estas dos palabras: "María y la Iglesia" encontrará
razones bellísimas para unir sus dos términos a una viva admiración del
designio de Dios, que quiso la cooperación humana, la de María, la de la
Iglesia, para el cumplimiento de la redención. Podemos decir más: en
María, llena de gracia, encontramos todas las riquezas que la Iglesia
representa, posee y dispensa; en María, sobre todo, tenemos a la Madre
virginal de Cristo, en la Iglesia a la Madre virginal de los cristianos,
siendo natural aquella maternidad y ésta mística" (Pablo VI, audiencia
general del 27/05/1964).
Posteriormente, al ser promulgada en
1975 la segunda edición del Misal Romano de Pablo VI, se incluyó entre
las misas votivas la celebración de María bajo este título de Madre de
la Iglesia. Por su parte, el episcopado argentino solicitó y obtuvo de
la Sede Apostólica la inserción de la memoria anual de santa María,
Madre de la Iglesia, asignada al lunes después de Pentecostés.
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