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Dios nuestro, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia en todo pueblo y nación, derrama los dones del Espíritu Santo por toda la extensión de la tierra, y continúa realizando ahora, en los corazones de tus fieles, aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Amén

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