Nació en 1698, en Voltaggio, en la provincia de Génova, Italia; su
vida estuvo marcada por violentos ataques de epilepsia que le acometían
de manera inesperada.
El joven Juan Bautista de Rossi fue
uno de los pocos sobrevivientes de una familia humilde asolada por la
calamidad: el padre falleció prematuramente, y casi todos sus hermanos
murieron al llegar a la adolescencia.
Viéndose huérfano,
pudo proseguir sus estudios gracias a la caridad de gente que lo conocía
por su inteligencia, pero también por su piedad y dulzura de carácter.
Así pues, a los 13 años llegó a Roma, donde un sacerdote pariente o
amigo de la familia lo acogió.
Con el tiempo se decidió
por la vocación sacerdotal para extender su oportunidad de ayudar al
prójimo. Antes fundó la Pía Unión de Sacerdotes Seculares, que tuvo
actividad continua por más de doscientos años, hasta 1935.
Se
ordenó sacerdote en 1721, y se impuso la labor de proveer auxilio
espiritual a los pobres y a los enfermos de los hospitales de Roma, y
también a los encarcelados en las prisiones. Al ser electo canónigo de
Santa María in Cosmedin, en 1837, distribuye todas sus pertenencias
entre los más necesitados.
La labor apostólica de San Juan
Bautista de Rossi fue intensa, pero fructífera. Predicaba en barrios
pobres y marginados, y la respuesta era una amplia concurrencia a la
iglesia. Los fieles, e incluso sus colegas, se sentían protegidos ante
su aura.
La última fase de su vida la dedica
primordialmente a escuchar a sus fieles en el confesionario. Sin
embargo, debido a la natural debilidad de su salud, eventualmente
contrajo una cruel enfermedad en los ojos, contra la cual luchó hasta el
final de sus días. Además, los ataques epilépticos se le volvieron cada
vez más frecuentes. Falleció en 1764.
Su vida caritativa
jamás se vio alterada por sus enfermedades, y representa un triunfo de
la voluntad sobre la debilidad física. San Juan Bautista de Rossi fue
beatificado en 1860 por el papa Pío IX, y canonizado en 1881 por León
XIII.
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