"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Jn 19, 31-37
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato
que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar
sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque
ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a
los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él,
al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno
de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó
sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y
él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto
sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: "No le quebrarán
ninguno de sus huesos". Y otro pasaje de la Escritura, dice: "Verán al
que ellos mismos traspasaron".
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