Por el dolor creyente que brota del pecado;por haberte querido de
todo corazón;por haberte, Dios mío, tantas veces negado,tantas veces
pedido, de rodillas, perdón.
Por haberte perdido, por
haberte encontrado.Porque es como un desierto nevado mi oración;porque
es como la hiedra sobre un árbol cortadoel recuerdo que brota cargado de
ilusión.
Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,primero
amargamente, lleno de flor después,y que a mi viejo tronco poco a poco
me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies.¡Porque es
como la rama donde la savia nace,mi corazón, Dios mío, sueña que tú lo
ves! Amén.
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