San Cirilo de Alejandría (370-444) nació y falleció en Alejandría,
Egipto, en una época de grandes dificultades para la Iglesia de Oriente.
Después
de obtener una extraordinaria formación en todos los saberes de su
época, San Cirilo pasó parte de su vida como ermitaño, estudiando las
Sagradas Escrituras.
En el año 412, sin embargo, fue
electo Patriarca de Alejandría, cargo que habría de ocupar hasta su
muerte. Se destacó como teólogo notable y como valiente defensor de la
fe.
A San Cirilo le correspondió luchar en contra de las
desviaciones del arrianismo y del nestorianismo; también fue partidario
de reconocer a María como la “Madre de Dios”.
Por encargo
del papa San Celestino I, San Cirilo fue responsable de deponer a
Nestorio, quien era patriarca de Constantinopla, y para ello rebatió su
doctrina mediante una docena de postulados.
En el Concilio
de Éfeso, convocado en 431 por el emperador Teodosio II, San Cirilo
desarrolló una convincente teología de la Encarnación, y terminó por
extirpar el nestorianismo, que negaba la divina maternidad de la Virgen.
Además
de férreo defensor de la ortodoxia, San Cirilo fue un prolífico
escritor de homilías y de comentarios a las Escrituras. En 1882, el papa
León XIII nombró a San Cirilo Doctor de la Iglesia.
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