Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una
luciérnaga. Aunque ésta trataba de alejarse de su perseguidora, no había
manera de deshacerse de ella. Huyó durante dos días y la serpiente no
dejaba de seguirla. Finalmente, al tercer día, ya sin fuerzas, la
luciérnaga se detuvo y le dijo a la serpiente:
-¿Puedo hacerte tres preguntas?
-No acostumbro a dar explicaciones a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar lo que quieras, contestó la serpiente.
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? preguntó la luciérnaga.
-No, contestó la serpiente.
-¿Alguna vez, te hice algún mal? preguntó la luciérnaga.
-No, volvió a responder la serpiente.
-Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
-¡¡¡Porque no soporto verte brillar!!!
Durante nuestra vida, andamos casi siempre en tinieblas. Nos hemos
acostumbrado tanto a la oscuridad, que cuando vemos a alguien brillar,
nos sentimos incómodos y molestos. Es como si brillaran en contra
nuestro.
Dios es luz y también a Él lo rechazamos. Nos sentimos perseguidos
como la serpiente cuando sentimos Su presencia, o cuando escuchamos Su
palabra. Pero, si permitimos que la luz de Dios entre en nuestro
corazón, empezaremos a brillar y dejaremos de andar en tinieblas, y ya
nada más nos molestará.
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