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SAN JENARO, OBISPO Y MÁRTIR


 Era natural de Benevento, ciudad de la que fue obispo. Cuando se inició la cruenta persecución de Diocleciano, el año 305, fue detenido junto con sus diáconos y arrojado a las fieras, pero éstas no lo tocaron. Finalmente fue decapitado.

La tradición dice que la cabeza de San Jenaro fue recogida por uno de sus fieles y ahora se conserva en la catedral de Nápoles, y también un recipiente de vidrio lleno de sangre coagulada del mismo santo. Todos los años en este día, al colocar el frasco junto al relicario que contiene su cabeza, la sangre se pone líquida y roja como cuando fue derramada. Este milagro, llamado licuefacción de la sangre, se produce delante de un inmenso gentío que llena el templo, y el portento es interpretado por los napolitanos como señal de bendición de Dios.

El mismo milagro se repite todos los 16 de diciembre.

Puesto que el fenómeno no tiene ninguna explicación natural, pues no depende ni de la temperatura ni del ambiente, podemos atribuirle el significado simbólico de vivo testimonio de la sangre de todos los mártires en la vida de la Iglesia, que nació de la sangre de la primera víctima, Cristo crucificado.-


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