"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 13, 22-30
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a
Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los
que se salvan?". Él respondió: "Traten de entrar por la puerta
estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo
conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta,
ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor,
ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces
comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en
nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes;
¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y
rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos
los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y
vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar
su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los
últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán
los últimos".
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