¡Quiero rezar como
rezaba el ángel.
Quiero rezar, con Isabel, aquellas
palabras venturosas
con que, por vez primera,
un saludo bendijo tan fielmente
a la Madre de Dios. Arrodillados,
como árbol que ha quebrado su cintura,
una rara quietud, una serena
levedad me releva
del empinado orgullo de ser hombre,
para sentirme niño, para hacerme
niño por un momento.
Dios te salve, María,
Madre de Dios, bendita
entre todas las madres. Dios se asoma
a mirar por tus ojos
la alegría del mundo, la alegría
filial de tus devotos.
Dios te salve, María.
Llena eres de gracia:
el Señor es contigo.
Bendita tú, bendita eternamente.
Quiero rezar, con Isabel, aquellas
palabras venturosas
con que, por vez primera,
un saludo bendijo tan fielmente
a la Madre de Dios. Arrodillados,
como árbol que ha quebrado su cintura,
una rara quietud, una serena
levedad me releva
del empinado orgullo de ser hombre,
para sentirme niño, para hacerme
niño por un momento.
Dios te salve, María,
Madre de Dios, bendita
entre todas las madres. Dios se asoma
a mirar por tus ojos
la alegría del mundo, la alegría
filial de tus devotos.
Dios te salve, María.
Llena eres de gracia:
el Señor es contigo.
Bendita tú, bendita eternamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario