Enséñanos a no tener miedo, a estar siempre dispuestos a afrontar las
dificultades, a no dejarnos llevar por las influencias de unos y otros, a vivir
la vida con esa fuerza interior con que Tú la viviste, a vivir con entusiasmo y
esperanza la misión que a cada uno nos ha sido encomendada. Así daremos
testimonio a nuestros hermanos y contribuiremos con entusiasmo a la
construcción del Reino de Dios.
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