Haz lento mi paso, Señor... Alivia el latido de mi corazón mediante
la quietud de mi mente. Dame calma y tranquilidad en medio de la
confusión de mi día.
Atenúa la tensión de mis nervios y músculos, con la música suavizadora de las corrientes musicales que viven en mi memoria.
Ayúdame a conocer el poder restaurador del descanso en Tu presencia.
Enséñame el arte de tomar vacaciones de un minuto, para poder
detenerme a mirar una flor, conversar con un amigo, acariciar un gato o
leer unas pocas líneas de un buen libro.
Recuérdame cada día la fábula de la liebre y la tortuga para que
pueda saber que la carrera no siempre la gana el más veloz, para tener
presente que la vida es más que correr cada día más.
Haz que mire hacia arriba a las ramas del imponente roble y que sepa
que creció grande y fuerte, porque creció lentamente y bien dirigido por
tu sabiduría.
Haz lento mi paso e inspírame para que dirija mis raíces a las
profundidades de los valores perdurables de la vida. Para que pueda
alcanzar la felicidad en esta vida, preámbulo de la que tendré en el
cielo.
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