"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y
Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez
leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan
a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba sano, volvió atrás alabando a Dios
en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra,
dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no
quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno
volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó:
"Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
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