"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 4, 14-22a
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió
en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo
alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró
como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le
presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el
pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena
Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista
a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de
gracia del Señor". Jesús cerró el libro, lo devolvió al ayudante y se
sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces
comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que
acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de
admiración por las palabras de gracia que salían de su boca.
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