Concédenos, Señor,
dar aquel fruto que pide la conversión, para que podamos recibir tu reino que
se acerca. Abaja los montes y las colinas de nuestro orgullo y levanta los
valles de nuestros desánimos y de nuestras cobardías. Destruye los muros del
odio que nos divide y allana los caminos de la concordia entre los hombres.
Amén
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