"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mc 7, 1-13
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a
Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos
impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en
general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo
la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin
hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las
que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las
jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y
los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden
de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con
las manos impuras?". Él les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de
ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: 'Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde
culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos'.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de
los hombres". Y les decía: "Por mantenerse fieles a su tradición,
ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés
dijo: 'Honra a tu padre y a tu madre', y además: 'El que maldice a su
padre y a su madre será condenado a muerte'. En cambio, ustedes afirman:
'Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán ?es decir,
ofrenda sagrada? todo aquello con lo que podría ayudarte...' En ese
caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así
anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han
transmitido. ¡Y como éstas, hacen muchas otras cosas!".
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