Nació
en Gran Bretaña, en Bennhaven Taberniae, pequeña aldea de Escocia hoy
desaparecida. Su padre era oficial del ejército romano, y su madre
procedía de Francia; al parecer, su abuelo había sido sacerdote.
A la edad de 16 años fue raptado por piratas irlandeses que se lo
llevaron muy lejos de su hogar; fue vendido como esclavo en el norte de
Irlanda. Su amo lo ocupó para cuidar ovejas, y aunque muchas veces
intentó huir no lo consiguió.
El trato rudo y los sufrimientos
que padeció en cautiverio le ayudaron a refinar su gran espiritualidad.
Conoció las costumbres de la gente de Irlanda, lo cual habría de
ayudarlo mucho en su futura labor.
En 407 consigue escapar,
ayudado por el capitán de un barco. La desventura quiso que el navío
naufragara en playas desiertas de Francia. Los sobrevivientes caminaron
por 28 días hasta que el alimento se les agotó. Entonces acudieron con
Patricio, diciéndole que si su Dios era tan poderoso, que le invocara
para salvarlos. Y así ocurrió.
Al cabo de la odisea puede
regresar a su casa y reunirse con su familia. Pero estando con los suyos
tuvo un sueño en el que los irlandeses lo llamaban, y esto lo
interpretó como una señal para seguir la vocación apostólica.
San Patricio regresa a Francia para estudiar con San Germán de Auxerre y
ser ordenado diácono. Fue hasta 431 cuando el papa Celestino I lo
nombra obispo de Irlanda (pues su antecesor había fallecido muy pronto),
y así es como inicia su relevante labor evangelizadora.
El
santo fue muy cuidadoso al ir convirtiendo poco a poco a los caudillos
de los pueblos irlandeses. Construyó numerosas abadías en el país, y su
trabajo fue tan sólido que terminó con la conversión de todos los
paganos. Es positivamente cierto que en 30 años de apostolado, San
Patricio convirtió a "toda Irlanda" al cristianismo.
San Patricio es el santo patrono de Irlanda.
Coraza de san Patricio (versión breve)
Cristo conmigo,
Cristo frente a mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí,
Cristo a mi diestra,
Cristo a mi siniestra,
Cristo al descansar,
Cristo al levantar,
Cristo en el corazón de cada hombre que piense en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablen de mí,
Cristo en cada ojo que me mira, Cristo en cada oído que me escucha.
Amén
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