"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Jn 8, 12-20
Jesús dirigió la palabra a los fariseos, diciendo: "Yo soy la luz del
mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de
la Vida". Los fariseos le dijeron: "Tú das testimonio de ti mismo: tu
testimonio no vale". Jesús les respondió: "Aunque yo doy testimonio de
mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero
ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la
carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy
yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió. En la Ley de
ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy
testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio
de mí". Ellos le preguntaron: "¿Dónde está tu Padre?". Jesús respondió:
"Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí,
conocerían también a mi Padre". Él pronunció estas palabras en la sala
del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún
no había llegado su hora.
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