"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 4, 25 - 5, 12
Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la
Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la
multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó y sus discípulos se
acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles,
diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les
pertenece el reino de los cielos. Felices los afligidos, porque serán
consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en
herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los
que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices
los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les
pertenece el reino de los cielos. Felices ustedes, cuando sean
insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa
de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una
gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los
profetas que los precedieron".
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