"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 26, 14-25
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos
sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?". Y
resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas
buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los
Ázimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que
te preparemos la comida pascual?". Él respondió: "Vayan a la ciudad, a
la casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora,
voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'". Ellos hicieron
como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer,
estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les
aseguro que uno de ustedes me entregará". Profundamente apenados, ellos
empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?". Él respondió:
"El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ése me va a
entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de
aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no
haber nacido!". Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: "¿Seré yo,
Maestro?". "Tú lo has dicho", le respondió Jesús.
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